Por Monserrat Californias
Investigadores del Instituto de Neurobiología de la UNAM, encabezados por la doctora Alejandra López Castro, comenzaron a aplicar la estimulación magnética transcraneal repetitiva (EMTr) para tratar la dependencia al alcohol. Este método no invasivo utiliza corrientes magnéticas aplicadas sobre la corteza prefrontal y el núcleo accumbens, regiones clave en el control de impulsos y el sistema de recompensa cerebral.
El principio detrás del tratamiento es “apagar” el impulso de consumo, restaurar el equilibrio cerebral y fortalecer la función ejecutiva. En chimichurri: la parte del cerebro que actúa como freno toma más poder, mientras que el deseo por el alcohol disminuye. Durante el estudio de cuatro semanas (32 sesiones), cerca del 80 % de los participantes redujeron su consumo y aumentaron los días de abstinencia.
El tratamiento está disponible en la Unidad de Neuromodulación del campus Juriquilla, Querétaro, y ha atendido a 48 personas con buenos resultados en aspectos de ánimo y motivación. Sin embargo, no es adecuado para quienes presentan placas metálicas en la cabeza, antecedentes de convulsiones o traumatismos craneales grave.
Aunque sus beneficios son prometedores, expertos alertan que el tratamiento requiere acompañamiento psicológico o farmacológico, y no sustituye terapias integrales. Además, el costo del equipo —que puede superar los dos millones de pesos— y la ausencia de una regulación en México son desafíos importantes.
La UNAM planea expandir el uso de EMTr para tratar no solo el alcoholismo, sino también depresión, ansiedad y secuelas de accidentes cerebrovasculares, posicionando a México en la vanguardia de la neuromodulación. Si logra consolidarse como tratamiento médico oficial, podría transformar la forma en que se aborda este problema de salud pública.