Lo que Guerrero necesita

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Por Redacción:

Guerrero es un estado que lo ha visto todo: montañas de historia, playas de esperanza y heridas que aún no cierran. Cada sexenio, cada administración, cada intento por reconciliar la realidad con el potencial de su gente tropieza con el mismo obstáculo: la inseguridad. No es sólo un tema de cifras o titulares; es la herida abierta que impide el desarrollo, el empleo, la confianza y la paz social.

El guerrerense común vive en una contradicción diaria: la belleza de su tierra y la violencia que lo obliga a mirar siempre por encima del hombro. Desde la Costa Grande hasta la Montaña, el crimen organizado ha colonizado los espacios donde antes se sembraba, se comerciaba o simplemente se vivía. No hay desarrollo posible mientras el miedo siga dictando la rutina.

*Guerrero necesita algo más que promesas o visitas fugaces desde la capital del país. Necesita una estrategia basada en conocimiento real del territorio, en experiencia probada y en una visión que entienda las raíces sociales del conflicto. Porque la violencia en Guerrero no es un fenómeno aislado: nace de la pobreza, del abandono institucional y de la falta de oportunidades.*

Por eso, el perfil que requiere el estado no se mide en discursos, sino en resultados. *Un liderazgo que conozca la sierra y la costa, que hable el lenguaje de las comunidades y de los productores, que sepa distinguir entre el problema y sus síntomas. Alguien que entienda que la paz no se impone con fuerza, sino que se construye con presencia del Estado, inversión social y justicia verdadera.*

Hoy Guerrero está en un punto de inflexión. Las políticas de bienestar han comenzado a devolver esperanza a los sectores más marginados, pero sin seguridad no habrá continuidad posible. De nada sirve una beca si el camino a la escuela es una zona de riesgo. No hay política económica que funcione si el transporte público vive bajo amenaza.

Guerrero necesita un liderazgo con raíces, no con ambiciones pasajeras.

Necesita a alguien que haya recorrido el estado no en campaña, sino en trabajo de campo; que conozca la lógica de las comunidades, los caminos olvidados, los miedos y las esperanzas de la gente.

Porque sólo quien entiende Guerrero puede empezar a curarlo.