EL PLANETA NOS INVITA A ELEVAR NUESTRA ENERGÍA

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Por Monserrat Californias

La Tierra tiene una frecuencia natural, un pulso electromagnético llamado resonancia de Schumann, cerca de 7.83 Hz, que surge cuando los relámpagos generan ondas que rebotan entre el suelo y la ionosfera. Aunque esta cifra ha sido estable durante décadas, recientemente su intensidad y frecuencia han comenzado a fluctuar, alcanzando valores de entre 20 a 60 Hz en algunos registros.

Esta aceleración supone un cambio energético global que muchos relacionan con una transformación acelerada del planeta y de nuestra conciencia. Se dice que conforme la frecuencia terrestre aumenta, los seres humanos también deben elevar su vibración interna para mantenerse en sintonía.

Estudios recientes sugieren que nuestro cerebro y nuestras células podrían responder de forma más eficiente cuando armonizamos con esa frecuencia, lo que se vincula a mejoras en el sueño, ánimo y bienestar general. Aunque la ciencia aún no certifica todos estos efectos, hay interés creciente por explorar cómo esa resonancia natural influye en nuestra biología y energía.

Para aprovechar este cambio, se recomienda incorporar prácticas que eleven nuestra vibración personal: caminar al aire libre, meditar, respirar conscientemente, bailar o ejercitarse con música. Estas actividades ayudan a sintonizar con frecuencia más alta y a reducir el estrés, mejorando calidad de vida y creatividad. También se sugiere reducir la exposición a fuentes de contaminación electromagnética artificial, como exceso de pantallas y electrodomésticos, para no interferir con este campo natural.

Otra forma de alinearse con esta transformación es cultivar actitudes positivas: gratitud, amabilidad y conexión con otros. Estas emociones elevan nuestra frecuencia interna y se considera que generan una onda colectiva que también puede influir en el entorno y en la conciencia global. En esencia, al mejorar nuestro estado interno contribuimos al cambio positivo del planeta.

No se trata solo de un fenómeno físico, sino de un llamado para evolucionar. Si adaptamos nuestros hábitos y emociones a este nuevo pulso terrestre, potenciamos nuestra salud, creatividad y armonía interna. Más que un cambio externo, es una oportunidad para crecer juntos, en comunidad y con más conciencia.

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